Elsa Langer
(Alemania, 1933)
El cuarto soleado
Dónde nació mi tristeza.
Entre
las vastas paredes amarillas
de un
alto y soleado cuarto
sólo
miro los trenes.
Entre
los árboles acurrucados y oscuros,
allá en
la parte baja,
los
horizontes están lejos, lejos,
y los
trenes vienen,
pero el
mío no viene.
El mío,
ese de madera y hierro negro,
el que
cruje caliente,
el que
lleva dentro una mujer
vestida
de negro.
La
colcha blanca me tapa,
las
voces tiernas me duermen,
pero el
tren no viene.
No
viene,
la
escalera no tiene los pasos que quiero,
el tren
no viene.
El sol
blanco, mi vestido blanco,
la
ciudad dormida, mi colcha blanca y las voces tiernas
pero mi
tren no viene.
Mi
madre no viaja y su vestido es negro,
mis
rizos son negros.
Mis
lágrimas en noches blancas, en colchas blancas
me
sellaron de tristeza
porque
el tren no viene
y no
vino.
Desde
entonces espero con ojos llenos de lejanías
con
oídos sordos pero atentos a los pasos y a los trenes.
Mi alma
se transformó
en un
cuarto soleado y desolado,
blanco
de vacío
con
voces tiernas
sin
trenes y sin pasos.
La
tristeza de mi espera
los
infinitos horizontes de los mares
no ha
podido ahogar.
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