martes, 14 de mayo de 2013

"La espuma del cielo", de Miklós Radnoti.



 María Claudia Antonelli



(En preparación, por Carlos Morales)


Miklós Radnóti 
La espuma del cielo




La luna se mece en la espuma del cielo.
Aún me sorprende vivir.
Afanosa, en el siglo escudriña la muerte
y aquéllos que la ven qué pálidos se quedan.

En torno suyo gira y aúlla al mismo tiempo,
contempla alrededor y se diluye al cabo.
El otoño se aleja deprisa a mis espaldas,
y el invierno me aturde de tanto dolor.

El bosque sangra y sangra,
la sangre no deja de fluir.
El viento va dejando escritos en la nieve
numeros gigantes que amenazan.


Viví para ver esto y ver aquello.
El aire se abandona pesado sobre mí.
Desde antes de nacer,,
una guerra silenciosa me toma entre sus brazos.

Aquí me detengo, al pie de árbol
que furioso balancea su corona.
Inclina una rama ¿para agarrar mi cuello?
mas yo no soy débil ni siento temor,

tan sólo estoy cansado. Escucho. Y la rama
asustada explora en mi pelo.

Sería mejor olvidar,
mas yo nunca olvido nada.

La espuma se vierte sobre la luna, y el veneno
tiñe el horizonte con el rastro de su oscuro verdor.

Enrollo un cigarrillo
lentamente, cuidadosamente. Vivo.






 foamy sky


The moon sways on a foamy sky,
I am amazed that I live.
An overzealous death searches this age
and those it discovers are all so very pale.

At times the year looks around and shrieks,
looks around and then fades away.
What an autumn cowers behind me again
and what a winter, made dull by pain.

The forest bled and in the spinning
time blood flowed from every hour.
Large and looming numbers were
scribbled by the wind onto the snow.

I lived to see that and this,
the air feels heavy to me.
A war sound-filled silence hugs me
as before my nativity.

I stop here at the foot of a tree,
its crown swaying angrily.
A branch reaches down — to grab my neck?
I'm not a coward, nor am I weak,

just tired. I listen. And the frightened
branch explores my hair.
To forget would be best, but I have
never forgotten anything yet.

Foam pours over the moon and the poison
draws a dark green line on the horizon.

I roll myself a cigarette
slowly, carefully. I live.

 
De su libro
Cluded Sky,
(Trad. S. Polgar, S. Berg y S.J. Marks)
Prensa Sheep Meadow, Nueva York, 2003


Otros poemas de

"Viví sobre esta tierra"   *   "La espuma del cielo"

"Lunes al atardecer"   *   "No puedo saber"

"Postal segunda"  

"Marcha forzada"

"Postal primera"     "Postal tercera"

"Última postal"

 
Otros

 

Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP: 8 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
"El Profeta", de Carlos Morales. De su Libro "S". Ilustración Leonardo da Vinci















 

1 comentario:

Carlos Morales dijo...

“Viví sobre esta tierra en un tiempo en que el hombre cayó tan bajo que mataba por placer, sin que nadie lo ordenara.” Esta sensación es el territorio sobre la que descansan todos los poemas que Radnóti escribió desde que, en 1944, comenzó su peregrinación por los campos de trabajos de forados que le llevó a la muerte. Ese es el “tiempo”, el “siglo” al que el poeta alude en LA ESPUMA EN EL CIELO, que es, en opinión de muchos, el mejor de los poemas nacidos de este tiempo de dolor.
Su traducción ha sido extremadamente difícil, dada la carga simbólica de algunas acepciones, a la que sólo podemos mínimamente acercarnos después de una lectura del conjunto de la obra escrita su sus últimos días por Radnóti, y de la que depende, en buena medida, la lectura de este poema.
En él, como en otras piezas de esta serie, la “luna” comparece como signo simbólico de la muerte, así como lo “espuma” –o “veneno”– lo hace del espíritu del totalitarismo.
Con frases muy cortas y precisas –en ello reside su eficacia expresiva– extendidas a modo de pinceladas de marcada naturaleza expresionista, el poeta consigue dibujar un lienzo de extrema agitación, que recuerda a la de los paisajes de Van Gogh. Sin embargo, la voluntad más que evidente de mantener bajo un control estricto los excesos emocionales derivados de las imágenes utilizadas tiende a aherrojar esa agitación febril, produciendo en su conjunto una tensión formidable, como la que uno puedo sentir cuando se sabe a sí mismo en ese preciso instante en que se intuye que algo está a punto de ocurrir pero no ha ocurrido nada todavía. El resultado es una atmósfera acechante y llena de inquietud, en el que la luna, las nubes, la espuma, los árboles, la rama del árbol que se inclina para atrapar el cuello del poeta, parecen moverse lentamente para apresar a un hombre y arrojarlo indefectiblemente a los brazos de la muerte.